Un punto más sobre el
firmamento, el tiempo camina inexorablemente, los sucesos de la vida vienen y
se van, los éxitos ensalzan la estima mientras las frustraciones descuellan las cicatrices. Los marchistas rusos, chinos y otras
potencias de estos juegos olímpicos celebrados en el otro lado del mar, regresan
a sus hogares pendiendo la variedad de medallones sobre sus pechos, sería una
desalmada decepción no volver a repetirlo.
Pero existen participantes de menor rango que estorban el camino de ese
triunfo, nadie levantará la voz si se
les quita de enfrente, son gentes de segunda ralea.
Y así sucedió, unicamente los que
no han vivido las injusticias en carne propia se harán de la vista gorda.
No puede
ser que existan tantas coincidencias, las tarjetas de amonestación deberían de permanecer durante
toda la carrera y para todos los
corredores, no fue de ese modo. En la
carrera de marcha en los 50 kms., para hombres y 20 kms., para mujeres, sólo
estuvieron para el grupo perseguidor
detrás de los delanteros, porque para estos últimos y para los muy
atrasados, nunca existieron. Errar es
de humanos, no puede ser que los yerros sólo pueden observarse para el grupo en mención, mientras
que para los europeos el recorrido fue en forma exclusivamente perfecta, todos flotaban. No se puede esperar otra cosa, si la fuerte
apariencia “blanca” de los jueces lo
decía todo, quienes se olvidaron totalmente del virtual ganador, salieron a
cazar inmigrantes mayas, incas, chilenos, colombianos, ecuatorianos.
Cómo parar la ignominia de la
exclusión y el racismo, a diario lo sufrimos en nuestros mismos pueblos,
llevamos más de 500 años esperando el cumplimiento de las promesas de las
autoridades, somos unos maltrechos “indios” que nos utilizan cuando el caso lo
amerite, no existen esperanzas para
nuestro desarrollo. Para paliar el
ambiente violento y controversial de nuestro diario vivir, decidimos
participar, convivir deportivamente en esas tierras lejanas que se supone son
“desarrollados”, pero para el peor de los casos
obtenemos un trato humillante, nos sacan a patadas de sus medios como
pérfidos roñosos perdedores.
La valoración de nuestras
personas, proviene únicamente de nosotros mismos. Conocemos la importancia de la antigua historia, la profunda
filosofía de la vida, lo sagrado de nuestros templos, el significado místico de
nuestras montañas, ríos, la natura y la
fauna, y el valor real del humano
sabio, consiente y honesto, de la milenaria Civilización mesoamericana Maya,
que no estamos muertos, aún permanecemos vivos y esperando el momento de nuestra manumisión
global.
AT POKOMCHI, AT NIM
ALA, ERICK BARRONDO
ERES UN POKOMCHI, UN MUCHACHO GIGANTE
ERICK BARRONDO
Quijob Tz’i’, oxlajuj Yaxkin (2012-08-13)
Atentamente, jun ajtzíb’
K’iche’
K’opoj K’isis
K’isis13@hotmail.com